Aunque las instalaciones depuradoras y de tratamiento adecuan y aseguran la potabilidad del agua suministrada, es posible mejorar la calidad del agua de bebida, eliminando aquellas sales y elementos disueltos en el agua, causa de mal gusto y sabor.
La osmosis inversa se basa en la aplicación de una presión sobre una disolución concentrada, para forzar el paso de la misma a través de una membrana semipermeable. De esta forma, conseguimos la retención de la mayor parte de las sales disueltas en la membrana, obteniendo así agua con una concentración salina muy inferior a la de la disolución de partida.
La osmosis inversa retiene sales, compuestos orgánicos, microorganismos y partículas.
Factores condicionantes:
En el proceso de osmosis inversa intervienen varios factores, tales como: calidad del agua de entrada, presión de entrada y temperatura, instalación, mantenimiento realizado al sistema (cambio de filtros, desinfecciones periódicas…)
• La aplicación de un sistema de osmosis en el ámbito doméstico está condicionada a tratar agua apta para consumo humano.
• La calidad de agua de salida dependerá de la calidad de agua de suministro.
• Una buena presión de entrada mejora considerablemente el rendimiento del equipo y la calidad de agua de salida.
• Es necesario realizar un mantenimiento periódico de los filtros (6 ó 12 meses) para garantizar una buena calidad del agua de aporte a las membranas.